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Teresa Lozano Armendares 
Si no por amor…, por miedo: violencia conyugal y temor al deshonor en el México colonial

En: Los miedos en la historia, coordinación de Elisa Speckman, Claudia Agostoni y Pilar Gonzalbo Aizpuru, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos/UNAM, IIH, 2009, p. 37-58, cuadros, mapas y fotografías.

Recurso digital

A pedimento de su marido, Joseph Sasonema, María Ana Negrete había sido depositada primero en la Misericordia y después en casa del regidor don Francisco Casuso. El 4 de noviembre de 1759, entre 9 y 10 de la mañana, al momento de ser trasladada en sillas de manos de ese depósito a casa del tocinero, Luis Garay, fue agredida por su suegro y su marido, quienes con una espada y un cuchillo le dieron varias puñaladas. Ella se defendió con pies y manos, pero resultó gravemente herida; murió el 28 de ese mes. Los agresores se refugiaron en el cementerio de Jesús Nazareno. Ana María, en su declaración, dijo que su suegro y su marido le habían dado mala vida; que éste hizo escándalos en el recogimiento de la Misericordia y su suegro trató de introducir una espada que siempre portaba, rompió el torno y varias veces, a voz en cuello la amenazó de que, “de salir, le había de dar muerte”. La mañana de los hechos, al momento de salir de la casa donde estaba depositada, “sin embargo de hallarse gravemente enferma, bajó por su pie hasta el zaguán en donde se embarcó en la silla de mano que para el efecto estaba prevenida; que a este tiempo vio en la puerta de la vinatería que está frontero de la casa de Casuso a los dichos de su marido y suegro; que conociendo las cautelas de uno y de otro se sobresaltó y tuvo temor no le infiriesen en su salud o bien algún perjuicio, pero alentada con que la seguía dicho escribano de cámara, en algún modo se consoló…”.

Publicado en Capítulos en libros